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Por Mariano Arnal - 28/06/2014

 

     Hace un par de siglos, los médicos descubrieron algo tan prodigioso como la higiene. Esto quiere decir que cayeron en la cuenta de que el agua por sí misma era capaz de curar, porque tiene la singular propiedad de lavar y limpiar y porque los minerales que contiene son una contribución potente a la salud y fortaleza de la piel. A este genial descubrimiento lo llamaron higiene (palabra griega que significa salud), porque vieron que a base de tan sólo limpieza se ganaba mucho en salud: sin necesidad de medicación. La verdad es que ancestralmente toda enfermedad ha sido considerada como una forma intensa de suciedad: por eso toda curación implicaba abluciones y purgaciones.

 

     Y resulta que entre las aguas que descubrieron, estaba la del mar. Era evidente que este agua no sólo lavaba por fuera y purgaba por dentro, sino que curaba más intensamente, con enorme diferencia respecto a las demás aguas. La prueba la tenemos en el nombre: para referirse al efecto curativo de todas las aguas, crearon el término “hidroterapia”, con el que se designa el empleo de cualquier agua con fines terapéuticos, atendiendo incluso a sus variedades minerales. Se vieron en cambio en la necesidad de crear un nombre específico para referirse al uso terapéutico de una sola de estas aguas, la más potente, la reina indiscutible de las aguas mineromedicinales: el agua de mar. Llamaron a esta disciplina, “Talasoterapia”, que significa el empleo terapéutico del agua de mar. ¡Acababan de descubrir su enorme poder curativo! Y se lanzaron con entusiasmo a investigar y experimentar en esta dirección.

 

   Es que la diferencia era abismal. Siendo cierto el poder curativo de numerosas aguas minerales, no era menos cierto que éstas actuaban a largo plazo; y que el índice de bañistas plenamente satisfechos del valor curativo de estas aguas no era excesivamente elevado. Pero lo del agua de mar era otra cosa, un mundo totalmente distinto, era algo espectacular. Todos los que se atrevían con ella, tanto en uso interno como externo, en muy poco tiempo veían los resultados. Eso lo sabe todo bañista que ha ido a la playa con heridas, hongos y otros problemas de la piel. Desaparecen en pocos días como por ensalmo. Y además descubrieron que respirar la atmósfera de la playa, cargada de agua de mar pulverizada, y dejarse acariciar por el sol en esa atmósfera prodigiosa, era el más potente preventivo y remedio contra la tuberculosis y el raquitismo. ¡Para qué necesitaban más! Pero descubrieron que aún había más, mucho más.

Talasoplaya: la salud está ahí fuera

    Y son justamente estos pioneros, que siguen frecuentando la playa con igual entusiasmo que en su juventud, los que demandan -y merecen- un rejuvenecimiento de la playa. Son ellos los que lideran el potente movimiento de vuelta a las tradiciones de salud natural no agresiva, frente a la inundación de medicamentos que sufrimos: medicamos con gran profusión las plantas y los animales de los que nos alimentamos, el agua que bebemos y parece que últimamente hasta el aire que respiramos, para cerrar el ciclo medicándonos también nosotros con no menor afición. Y obviamente estos pioneros de la playa desean ponerla al día para aprovechar al máximo su potencial terapéutico.

     

     Aqua Maris, atenta a satisfacer esta demanda, lleva ya un decenio empeñada en estudiar y difundir todas las aplicaciones terapéuticas del agua de mar en su entorno más natural y accesible. Como fruto primerizo de esta dedicación, ha elaborado un proyecto de renovación y dinamización de la playa, devolviéndole su primitivo carácter de balneario marino natural al alcance de todo el mundo. Se trata en cierto modo de volver a los primitivos “baños” pero contando con la evolución que los ha convertido en los modernos SPA (la Salud Por el Agua, dicen) y contando, sobre todo, con lo que hoy sabemos sobre el potencial curativo del agua de mar.

 

     Una concreción de esta idea fue presentada al concurso de Excelencia e Innovación Turística de la Organización Mundial del Turismo. Mereció de la Organización un segundo premio. Y obviamente despertó el interés de administraciones públicas y agentes turísticos. La OMT, interesada en conocer más a fondo el proyecto, invitó a la Directora de Proyectos Turísticos y Talasoterapia de Aqua Maris a explicar su proyecto en el segundo Congreso de Desarrollo e Innovación Turística, celebrado recientemente en Acapulco.

 

   Nuestra propuesta es que del mismo modo que hace 60 años uno tenía la opción de ir a una zona de la playa con los servicios balnearios de la época, hoy los bañistas puedan optar por playas en las que dispongan de jakuzzi, chorros de todas clases, hidromasaje, pediluvios, cascadas, zona de fisioterapia y todo lo que se quiera añadir en un etcétera que sólo depende de las posibilidades de inversión y la demanda previsible, acercando a la playa unos recursos balnearios que la convierten en mucho más atractiva. Dentro del etcétera, un capítulo importante sería el de organización de actividades de todo género en la playa a cargo de monitores y animadores que ayuden a los bañistas a aprovechar el enorme potencial de salud que ofrece la playa.

 

   Habiéndose elevado tanto la edad media de los usuarios de la playa, es previsible que la demanda no pare de presionar en esa dirección, hasta que se ofrezcan en las poblaciones playeras tanto para los residentes como para los turistas, suficientes Talasoplayas o playas-balneario, de modo que sea tan fácil encontrar en estas zonas uno de estos centros de Talasoterapia, como fue para los primeros bañistas encontrar establecimientos de baños en las playas.

    Siendo tan abismal la diferencia entre el poder curativo del agua de mar y el de las otras aguas mineromedicinales, ocurrió lo inevitable: empezaron a proliferar por todo el mundo balnearios marinos, hasta el punto de que actualmente se construyen al menos cien balnearios marinos (denominados “Centros de Talasoterapia” o “Talasos”) por cada balneario convencional. Pero los balnearios son necesariamente establecimientos caros, y más los de agua de mar, que ha de ser movida y calentada con un alto consumo de energía. Eso hizo que infinidad de conocedores del poder terapéutico del agua de mar que no podían permitirse acudir a los centros de Talasoterapia, decidieran aprovechar por su cuenta la misma playa sacándole todo el provecho terapéutico que pudieran. Fue así como se inició la Talasoplaya o talasoterapia natural que practican conscientemente algunos, el numeroso contingente de pioneros de la playa, todos ellos ya en la tercera edad; mientras que la mayoría de usuarios hacen salud en ella, aunque su intención sea exclusivamente de relax y lúdica.

Mariano Arnal es co-fundador de la Fundación Aquamaris 

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